lunes, 3 de abril de 2017

El país que hacemos

Ganó Lenin Moreno aquí en Babahoyo... ¿Eso es malo?”
La inquietud de mi pequeña, inteligente y perspicaz hija me dejó reflexionando desde anoche.
Ella no es ajena a la realidad nacional. Por rutina tenemos ver las noticias desde muy temprano antes de ir a la escuela y, por cuenta de ella, escucha a su mamá -mi esposa- conducir un espacio informativo radial.
Operativos policiales, enfrentamientos entre hinchas, problemas comunitarios... Ella podría conversar de esos temas.
Desde luego, mi hija ha tenido que ver los enfrentamientos verbales de conocidos personajes políticos, situación que ayer pareció alcanzar su punto más alto luego que las cifras del conteo oficial de las elecciones para Presidente del Ecuador no coincidieran con las de reconocidas encuestadoras.
Apenas se dieron los hechos, me tocó ver adoptar, a mis amigos, familiares y compañeros del oficio, conductas beligerantes, melancólicas y soberbias... Hasta incoherentes si tomo en cuenta la contradicción entre el discurso mesurado y el reaccionario, y el hecho de que se pongan a escoger publicaciones o noticias que defiendan su postura al mismo tiempo invisibilizan las que contradicen sus intereses.
No voy a negar que, a ratos, he estado inmerso en más de una de esas actitudes.
Entonces repaso la inquietud de mi pequeña y me pregunto: ¿Qué carajos estamos haciendo? ¿Qué clase de ejemplos les estamos dando a las nuevas generaciones? ¿Tenemos la certeza de que les enseñamos a defender nuestras creencias y no que les mostramos que nuestras verdades son las únicas que importan? ¿Que si consideramos que alguien está equivocado es más práctico menospreciar su error en lugar de respetar su opinión?
Desde que comenzó esto de la segunda vuelta electoral, hasta familiares se han alejado -o los he tenido que alejar- de mí. Llegaron a hacer bromas de mi oficio tildándome de sesgado e insultado a mis compañeros de trabajo.
Recientemente, también tenido que ver reproches porque alguien votó por Moreno, por Guillermo Lasso o, simplemente, se decidió por el nulo. Irresponsables, borregos, burros... Los epítetos no faltan.
¿Hasta este nivel de intolerancia hemos llegado? ¿Qué de provecho sacamos con armar equipos antagónicos incapaces de reconocer los logros contrarios?
Ahora toca ver el discurso de “Lenin no es mi Presidente”. Ok, no lo es... Pero será el Presidente de nuestro país y, nos guste o no, hay que vivir con eso de la manera más ética posible mientras seguimos con la ineludible tarea de construir nuestras vidas... Nuestro entorno.
Nunca ha sido culpa de los gobernantes lo que nos pasa, de nadie ajeno a nosotros. Somos nosotros los que debemos darnos prioridad, de respetar el criterio contrario... De dar un mejor ejemplo a las nuevas generaciones.
Somos lo que escogemos... Escojamos la paz.