
“Todo
saldrá
bien... Gracias
por todo”.
Es
lo
que Tony Stark dice
al
despedirse
de su padre cuando tiene la oportunidad de verlo en un viaje en el
tiempo, dentro de la película Avengers: Endgame. En
contexto, Tony nunca tuvo cómo despedirse de su padre antes de que
fuera asesinado cuando él era un adolescente.
Si
bien el encuentro con el padre me conmovió, no fue tanto por la
escena sino porque a mi mente vino la surrealista idea de lo que yo
le diría al mío si tuviera la oportunidad de viajar en el tiempo
justo en los días en los que estaba yo por nacer.
No
voy a mentir, mi papá cometió muchos errores, algunos
imperdonables, como padre y como esposo.
Entonces,
¿qué le diría al Francisco Guerrero de 33 años, con un matrimonio
fracasado y otro que estaba arruinando?
En
retrospectiva, tampoco es que yo me he desempeñado como el mejor de
los esposos. En este largo camino que no tiene un término a la
vista, he dejado pasar muchas cosas que finalmente derivaron en
tremendos errores.
Como
padre, aparentemente, lo estoy haciendo mejor. Al menos, es lo que me
han dicho, incluso mi esposa. En ambos casos, no resulta sencillo
tener la certeza de que se hace un buen trabajo.
Volviendo
a mi padre, aquellos errores que cometió como padre de familia no le
fueron perdonados por más de un ser querido. No es mi caso y no ha
faltado quien me cuestione el porqué actúo como si nada hubiera
pasado.
La
respuesta a eso está en sus últimos cinco años de vida, los
primeros cinco años de mi hija. Mi padre tuvo el privilegio de ser
el primero de la familia en coger a mi pequeña apenas nació... Vale
acotar que no tuvo esa oportunidad con ninguno de los nietos
anteriores.
Durante
esos cinco años, mostró una abnegación excepcional como abuelo, no
solo con mi hija sino también con la prole de mis hermanos. Siempre
pendiente, siempre visitando, siempre invitando a pasear o comer.
Siempre
amable.
Fue
el lado que conoció mi hija hasta cuando él falleció. Sin embargo,
cuando mi hija cumplió 10 años, tuvo una preocupación por mí y
debí contarle lo que él fue, lo que hizo mal. Se sorprendió.
Pero
le tuve que aclarar que se lo contaba para que estuviera al tanto, no
para que lo odie. Sí, fueron errores terribles. Sin embargo, buscó
enmendar lo que hizo mal. Es lo que cuenta, al menos para mí.
En
el día en que lo veríamos por última vez, se acercó a abrazar a
mi mamá y le dijo “gracias por todo”. Seguro debió ser complejo
para mi madre, tantos años de dificultades
y una frase que no esperó nunca de mi padre... Más bien una
palabra... “Gracias”.
Entonces
vuelvo a la escena de Tony Stark...
Y
encuentro la frase para el Francisco Guerrero de 33 años...
“Al
final, lo harás bien”.
Se
la diría con un abrazo desde luego. Uno más para el camino.