martes, 7 de septiembre de 2021

Mi rayo de luz


Hace algún tiempo, mi mejor amiga observó que yo reprimía demasiado mis
sentimientos por querer complacer a otros...
Honestamente, nunca lo vi como algo de lo que debiera preocuparme.
Hasta ahora.
Mejor dicho, desde hace algunos meses cuando en una explosión de susceptibilidad terminé hiriendo a gente que amo.
Gente que nada tenía que ver con el origen de mi problema. Tuve que pedir perdón una y varias veces. Son cosas que no se pueden revertir y solo queda aprender.
Sin embargo y al parecer, no estaba del todo superado. No había aprendido lo suficiente. Anoche pasé unas horas difíciles porque me volvió a pasar lo mismo. En esta ocasión, no me desquité con nadie salvo conmigo mismo.
Exploté. Me recosté a identificar el origen... Y era el mismo que hace meses creí superar.
Es un enemigo silencioso, el dejar pasar, a medias, cosas que nos indignan. Son como componentes de un taco de dinamita.
La parte más dura de mi noche de introspección fue el encontrar la manera de contárselo a mi niña porque es algo que la involucra indirectamente. Encontrar las palabras en medio de mi rabia me convirtió en un despojo de nervios. Creí que no podría dormir y, aunque lo conseguí, desperté con el cuerpo hecho nudo y la cabeza la sentía del peso de una sandía. Terrible. El dolor en el cuello me advertía que era puro estrés. Pasé el día conversando con mi mamá y mi mejor amigo. Ambos me aplicaron su mirada "hace rato te lo vengo diciendo". Sí, lo sé, si retrasé lo inevitable fue con el único propósito de hacerle una bien a mi niña. Aunque ya no podía más. Mi salud mental ya no me permite poner más carga sobre mis hombros.
Al caer la noche fue cuando me animé a conversar con mi niña de lo que ocurría. Procesó todo con una madurez que me habría gustado tener a su edad. Me abrazó y me dio ánimos. El dolor se fue. Era eso y nada más... Le solté todo lo que venía guardando creyendo que la iba a lastimar. Mi niña ha sido más fuerte de lo que creía. Todavía tengo que trabajar en mi reconstrucción, en saber darme prioridad para darle prioridad a mi niña. Siempre fue mi rayo de luz. Siempre lo será.