jueves, 4 de agosto de 2011

La magia de la palabra 2




Apenas sí tenía reacción tras ver HP 7.2 en el cine... ¿Serían los efectos visuales? ¿La certeza de que la saga terminó? ¿El intento de buscar un sentido a mi perplejidad?
Hasta mi esposa parecía estar sumida en el silencio... asumo que estaría en la tarea de interpretar la película. Pura especulación mía. El momento me hacia creer que se encontraba dentro de ese efímero universo.
Llegamos a la casa luego de hacer otras diligencias. No teníamos siquiera hambre. Al parecer los bocadillos del cine fueron suficientes para sostenernos el resto de la tarde.
Nuestra percepción visual estaba igualmente agotada. Tanto la computadora como el televisor no fueron encendidos luego de casi una hora tras llegar al hogar.
Nuestra hija se quedó con mi mamá desde el inicio de la jornada dominical extraordinaria. Tal vez, la falta de ese elemento aumentó nuestra nostalgia y tristeza por el final de la saga fílmica de Harry Potter.
Tal vez...
Nuevamente el silencio como protagonista. Me quedé sentado en uno de los sillones de la casa mirando hacia la pantalla apagada del televisor... como intentando traer de vuelta toda la película. Mi esposa, en cambio, se dedicó a sus trabajos manuales.
"Las palabras son nuestra fuente más inagotable de magia, capaces tanto de infligir heridas como de sanarlas"... una de las frases finales de Dumbledore a Harry. El director de Hogwarts parecía un refranero ambulante, muy fantasioso, muy misterioso... me caía mejor que el resto de personajes.
De todo lo que he tenido que escuchar en las ocho películas de HP, la última de Albus es lo único que trascendió. Las palabras...
Meditando sobre la magia de la palabra me hallé con que el silencio, aunque transcurría amablemente, debía romperse... es poco el tiempo que paso junto a mi familia y cada minuto de intercambio de ideas cuenta.
“Estoy como mareado... el final fue demasiado duro... Snape... quién lo diría”, dije.
“En cambio a mi me impactó el sacrificio de Lilly Potter”, me contestó mi esposa. Le pregunté si ella llegaría a ese extremo por un ser querido. “Sí”, respondió con firmeza.
Me encanta repasar lo afortunado que soy porque Tania me haya elegido como su pareja y que decidiera iniciar conmigo una familia. Desde luego que le pregunté en forma capciosa.
Pensé en Dalia... en todo lo que tendrá que enfrentar por sí sola. Pero, aunque esté preocupado, no tengo más temor que el que está implícito en las dudas. Sé que, así como Lilly a Harry, Tania ya está plasmando su sello de protección sobre nuestra hija...
Por mi parte, quiero mostrarle el poder de la palabra... de las que sanan y las que lastiman. Y haré lo que esté dentro de mi ética para que conozca las ventajas de la magia blanca... la que cura. Junto al sello materno y su propio poder, sé que mi hija se destacará.
Somos nuestra propia idea feliz.... nuestro propio Expecto Patronum... nuestra propia magia poderosa.

martes, 2 de agosto de 2011

La magia de la palabra 1




Es inevitable hacer una reflexión en la línea límite de lo real y lo ficticio cuando este último ámbito trasciende hacia los valores y preceptos formados, de manera empírica y pragmática, a lo largo de mi vida.
Desde hace algún tiempo, con mi esposa veníamos planeando ver la última entrega fílmica de la saga creada por la escritora inglesa Joanne «Jo» Rowling: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2 (HP 7.2, para futuras referencias).
Finalmente lo hicimos el domingo último. Diez años habían pasado para ver concluida la historia del hechicero Harry Potter, un joven perseguido por Lord Voldemort -el asesino de sus padres-, mientras se educaba en Hogwarts, un colegio de jóvenes magos. Aquel tenaz enemigo, buscaba reinar sobre sus congéneres mediante las artes oscuras.
Y Harry, desde que era un bebé, se convirtió en el único obstáculo para la consecución de esos objetivos. Finalmente, y pese a sus esfuerzos, Voldemort fue derrotado en una épica batalla contra el joven Potter.
Pero en el camino, mucho se perdió... poderosos magos cercanos a Harry cayeron por defender a Hogwarts... otros murieron solo por defender a Potter, con la certeza de que era el único capaz de derrotar al oscuro hechicero.
Uno de ellos, Severus Snape, murió en el final de la saga. Este personaje se caracterizó desde el principio de la historia por su frialdad y seriedad. Potter lo incluyó dentro de la lista de enemigos al ver que Snape asesinó a Albus Dumbledore, director de Hogwarts.
Harry se equivocó...
Voldemort lanzó un ataque mortal a Snape para quitarle la varita de Dumbledore. En su agonía, Snape pidió a Harry que tomara sus lágrimas para que, en una fuente que revelaba los recuerdos, Potter pudiera observar las razones por las que Snape se unió al enemigo.
Snape vio morir a la madre de Harry, Lilly Potter, a quien conoció cuando ambos eran niños y desde el primer día estuvo enamorado de ella. Ese sentimiento trascendió al hecho de que Lilly se casara con James Potter, el padre de Harry.
Snape y Dumbledore configuraron un plan para proteger a Harry hasta que estuviese en condiciones de enfrentar a Voldemort. Eso incluía que Snape formara parte del ejército enemigo y asesinar al director de Hogwarts.
El sacrificio de Snape por un amor nunca consumado, me conmovió. Mi esposa, en cambio, se acongojó por la escena en que Lilly muere en el afán de proteger a su hijo. Fueron las primeras escenas que comentamos al término de la película.
Pero apenas era el comienzo de la reflexión.