martes, 2 de agosto de 2011

La magia de la palabra 1




Es inevitable hacer una reflexión en la línea límite de lo real y lo ficticio cuando este último ámbito trasciende hacia los valores y preceptos formados, de manera empírica y pragmática, a lo largo de mi vida.
Desde hace algún tiempo, con mi esposa veníamos planeando ver la última entrega fílmica de la saga creada por la escritora inglesa Joanne «Jo» Rowling: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2 (HP 7.2, para futuras referencias).
Finalmente lo hicimos el domingo último. Diez años habían pasado para ver concluida la historia del hechicero Harry Potter, un joven perseguido por Lord Voldemort -el asesino de sus padres-, mientras se educaba en Hogwarts, un colegio de jóvenes magos. Aquel tenaz enemigo, buscaba reinar sobre sus congéneres mediante las artes oscuras.
Y Harry, desde que era un bebé, se convirtió en el único obstáculo para la consecución de esos objetivos. Finalmente, y pese a sus esfuerzos, Voldemort fue derrotado en una épica batalla contra el joven Potter.
Pero en el camino, mucho se perdió... poderosos magos cercanos a Harry cayeron por defender a Hogwarts... otros murieron solo por defender a Potter, con la certeza de que era el único capaz de derrotar al oscuro hechicero.
Uno de ellos, Severus Snape, murió en el final de la saga. Este personaje se caracterizó desde el principio de la historia por su frialdad y seriedad. Potter lo incluyó dentro de la lista de enemigos al ver que Snape asesinó a Albus Dumbledore, director de Hogwarts.
Harry se equivocó...
Voldemort lanzó un ataque mortal a Snape para quitarle la varita de Dumbledore. En su agonía, Snape pidió a Harry que tomara sus lágrimas para que, en una fuente que revelaba los recuerdos, Potter pudiera observar las razones por las que Snape se unió al enemigo.
Snape vio morir a la madre de Harry, Lilly Potter, a quien conoció cuando ambos eran niños y desde el primer día estuvo enamorado de ella. Ese sentimiento trascendió al hecho de que Lilly se casara con James Potter, el padre de Harry.
Snape y Dumbledore configuraron un plan para proteger a Harry hasta que estuviese en condiciones de enfrentar a Voldemort. Eso incluía que Snape formara parte del ejército enemigo y asesinar al director de Hogwarts.
El sacrificio de Snape por un amor nunca consumado, me conmovió. Mi esposa, en cambio, se acongojó por la escena en que Lilly muere en el afán de proteger a su hijo. Fueron las primeras escenas que comentamos al término de la película.
Pero apenas era el comienzo de la reflexión.

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