
Según la ciencia –dicen que prima hermana de la astronomía- de la astrología tradicional, existen cuatro elementos que rigen los 12 signos del zodíaco: fuego, tierra, aire y agua. Cada uno de ellos con sus respectivas fortalezas y debilidades sin que haya una supremacía absoluta de uno sobre otro.
Por el lado del elemento fuego he conocido –y apreciado- bastante a los signos dentro de él: Aries, Leo y Sagitario. No se puede desconocer el ímpetu, factor común entre los tres, uno más irascible que el otro.
Dentro de mi quehacer periodístico, he tenido a mujeres como jefe inmediato en mis dos experiencias laborales. La primera de ellas fue supervisora, amiga y puede que hasta madre. Solo un traspié, el cual el profesionalismo permitió superar.
Llegué a El Telégrafo y mi primer jefe inmediato fue varón y en la transición a medio público me tocó una mujer… malo que lo mencione pero no hubo empatía y en buena parte es mi responsabilidad porque no hice mucho por cerrar la brecha. Era cuestión de tiempo para que saliera del área.
Llegué a una nueva sección con las expectativas e interrogantes propias de la situación. Sin embargo, desde el primer momento se pudo sentir una conexión de intereses profesionales.
Su nombre, María de Lourdes Guanín Campoverde, mi superior inmediato. Su edad, no sé, ni me interesa. Prefiero verla como una hermana mayor, la que está pendiente de mis necesidades, sin por ello dejar de inspirar autoridad y respeto con unas dosis de sana camaradería.
Nacida bajo el signo de Leo y por tanto con personalidad de fuego. La energía que proyecta fue bastante contagiosa desde el principio y la parte más difícil fue adaptarme al ritmo. Sobra decir lo mucho que he progresado bajo su supervisión y motivación.
Nunca dice no a un reto y ello le ha permitido estar a cargo de tres áreas y mantenerlas en un nivel óptimo… bien dicen que la paciencia es un árbol de raíces amargas pero de frutos dulces.
Lo más difícil es, justamente, seguir su ritmo… si fuese menor a lo mejor le quedaba grande ser responsable de tantas tareas. Tras año y medio con ella, aún toca ajustar más la agenda para que nada quede fuera, hacer seguimiento, y producir temas. Inspirador, por cierto, pero tiene su precio.
Las enfermedades, solo si son capaces de aprisionar su movimiento, tampoco le quitan la tenacidad. No gusta de los chismes, a lo mejor así no se indispone más.
En este oficio, quien sabe cual será mi próxima parada. Otro medio escrito, interesante reto; radio, me encantaría (nostálgico que soy); televisión, no me atrae mucho pero no lo descarto…
Pero tras agarrar el ritmo del fuego, no me acostumbraría a uno de menor jerarquía.
Por el lado del elemento fuego he conocido –y apreciado- bastante a los signos dentro de él: Aries, Leo y Sagitario. No se puede desconocer el ímpetu, factor común entre los tres, uno más irascible que el otro.
Dentro de mi quehacer periodístico, he tenido a mujeres como jefe inmediato en mis dos experiencias laborales. La primera de ellas fue supervisora, amiga y puede que hasta madre. Solo un traspié, el cual el profesionalismo permitió superar.
Llegué a El Telégrafo y mi primer jefe inmediato fue varón y en la transición a medio público me tocó una mujer… malo que lo mencione pero no hubo empatía y en buena parte es mi responsabilidad porque no hice mucho por cerrar la brecha. Era cuestión de tiempo para que saliera del área.
Llegué a una nueva sección con las expectativas e interrogantes propias de la situación. Sin embargo, desde el primer momento se pudo sentir una conexión de intereses profesionales.
Su nombre, María de Lourdes Guanín Campoverde, mi superior inmediato. Su edad, no sé, ni me interesa. Prefiero verla como una hermana mayor, la que está pendiente de mis necesidades, sin por ello dejar de inspirar autoridad y respeto con unas dosis de sana camaradería.
Nacida bajo el signo de Leo y por tanto con personalidad de fuego. La energía que proyecta fue bastante contagiosa desde el principio y la parte más difícil fue adaptarme al ritmo. Sobra decir lo mucho que he progresado bajo su supervisión y motivación.
Nunca dice no a un reto y ello le ha permitido estar a cargo de tres áreas y mantenerlas en un nivel óptimo… bien dicen que la paciencia es un árbol de raíces amargas pero de frutos dulces.
Lo más difícil es, justamente, seguir su ritmo… si fuese menor a lo mejor le quedaba grande ser responsable de tantas tareas. Tras año y medio con ella, aún toca ajustar más la agenda para que nada quede fuera, hacer seguimiento, y producir temas. Inspirador, por cierto, pero tiene su precio.
Las enfermedades, solo si son capaces de aprisionar su movimiento, tampoco le quitan la tenacidad. No gusta de los chismes, a lo mejor así no se indispone más.
En este oficio, quien sabe cual será mi próxima parada. Otro medio escrito, interesante reto; radio, me encantaría (nostálgico que soy); televisión, no me atrae mucho pero no lo descarto…
Pero tras agarrar el ritmo del fuego, no me acostumbraría a uno de menor jerarquía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario