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Tendría unos 10 años cuando a mis manos llegó, por requerimiento escolar, un libro de lectura con relatos pequeños. Algunos completos, otros resúmenes y otros extractos de obras mayores –Sería mi primer roce con El Principito-… pero básicamente me ofrecieron mis primeras nociones del comportamiento humano, a través de las letras desde luego.
Las circunstancias trajeron a mi memoria un cuento que, en su momento, me pareció bastante peculiar. “El mozo que casó con mujer brava”, del escritor español Juan Manuel, narra la historia de –obvio- un mozo que encontró la manera de –literalmente- domar a una fémina de fuerte carácter.
El método ha sido objeto hasta de chistes. Todos le advertían al buen hombre de lo que le podría pasar tras las nupcias. Él tenía todo friamente calculado.
En el primer día le gritó a un caballo, a un perro y a un gato –los tres animales muy queridos por él- exigiéndoles agua para lavarse las manos. Naturalmente, ninguno le obedeció y el trío de cuadrúpedos, en el orden mencionado, fueron pasados por la espada.
Seguidamente, le gritó a su esposa con la misma petición y ella –antes que verse igual que las mascotas más queridas de su esposo- obedeció sin objeciones.
Cuando el suegro vio el “eficaz” método, fue y mató un caballo. Su mujer le contestó: “Lo mismo sería que mates a uno o a cientos. El primer día debías haber comenzado que ahora ya nos conocemos harto”.
…y lo olvidé.
Igual no va conmigo. No necesito pasar por arma blanca a nadie para dejar clara mi autoridad… pero el mensaje va más allá: los límites dentro del matrimonio.
Es un detalle que no ha quedado claro. Entendiendo que Tania es una mujer de fuerte carácter, el cual admiro, tenía presente que no se dejaría de nadie.
Recientemente tuve un impase con un hermano donde ella también fue protagonista. Ya aclaré las cosas con él y le he perdonado… pero para Tania el trámite no será tan sencillo.
Solo mencionar el hecho la puso tensa y se mezcló con una impaciencia mía por otro asunto. Le dije que se calmara –para hacerlo tuve que respirar hondo también-… la frase no ayudó.
Fue cuando me puse a pensar en que no hubo puntualizaciones en cuanto a opiniones respecto a miembros de la familia política. Tal cuestión, hace un par de meses, provocó un desfuero mío al acumular pensamientos y situaciones… pero ella se desahoga en el momento preciso.
Hay bastantes figuras dentro de mi familia que considero tolerables pero que sería mejor que no las hicieran.
No puse límites para comentarios y reacciones porque creo bastante en la libertad de pensamiento y opinión dentro del marco de respeto… pero estoy considerando que debí matar a un caballo al inicio de la historia.
Las circunstancias trajeron a mi memoria un cuento que, en su momento, me pareció bastante peculiar. “El mozo que casó con mujer brava”, del escritor español Juan Manuel, narra la historia de –obvio- un mozo que encontró la manera de –literalmente- domar a una fémina de fuerte carácter.
El método ha sido objeto hasta de chistes. Todos le advertían al buen hombre de lo que le podría pasar tras las nupcias. Él tenía todo friamente calculado.
En el primer día le gritó a un caballo, a un perro y a un gato –los tres animales muy queridos por él- exigiéndoles agua para lavarse las manos. Naturalmente, ninguno le obedeció y el trío de cuadrúpedos, en el orden mencionado, fueron pasados por la espada.
Seguidamente, le gritó a su esposa con la misma petición y ella –antes que verse igual que las mascotas más queridas de su esposo- obedeció sin objeciones.
Cuando el suegro vio el “eficaz” método, fue y mató un caballo. Su mujer le contestó: “Lo mismo sería que mates a uno o a cientos. El primer día debías haber comenzado que ahora ya nos conocemos harto”.
…y lo olvidé.
Igual no va conmigo. No necesito pasar por arma blanca a nadie para dejar clara mi autoridad… pero el mensaje va más allá: los límites dentro del matrimonio.
Es un detalle que no ha quedado claro. Entendiendo que Tania es una mujer de fuerte carácter, el cual admiro, tenía presente que no se dejaría de nadie.
Recientemente tuve un impase con un hermano donde ella también fue protagonista. Ya aclaré las cosas con él y le he perdonado… pero para Tania el trámite no será tan sencillo.
Solo mencionar el hecho la puso tensa y se mezcló con una impaciencia mía por otro asunto. Le dije que se calmara –para hacerlo tuve que respirar hondo también-… la frase no ayudó.
Fue cuando me puse a pensar en que no hubo puntualizaciones en cuanto a opiniones respecto a miembros de la familia política. Tal cuestión, hace un par de meses, provocó un desfuero mío al acumular pensamientos y situaciones… pero ella se desahoga en el momento preciso.
Hay bastantes figuras dentro de mi familia que considero tolerables pero que sería mejor que no las hicieran.
No puse límites para comentarios y reacciones porque creo bastante en la libertad de pensamiento y opinión dentro del marco de respeto… pero estoy considerando que debí matar a un caballo al inicio de la historia.
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