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Hay que ver lo que una jornada de trabajo durante un feriado puede hacer. Parece que la mayor premisa es tratar de simular lo mejor posible un descanso.
Cinco días... vaya que fue largo. Felizmente tenía a cargo más de una página y por efecto del esfuerzo aplicado, los minutos se acortaron.
Fueron momentos para una camaradería inusual en la oficina. Solo como muestra: en días normales el único sonido que se escucha, fuera del tráfico de la avenida 10 de Agosto y el rimbumbear de los teclados, es el televisor encendido en un canal informativo... o deportivo, depende de algunas aprobaciones.
En esos cinco días, casi ni tráfico había. Desde el interior, en cambio, el ritmo de los teclados cambió casi al punto del silencio. Y es que la mayor parte del trabajo estaba hecho. Quienes disfrutaban de largas horas de descanso tuvieron que, literalmente, fajarse antes del feriado por llenar decenas de páginas.
En el televisor, un conocido y controvertido dibujo animado, de forma cuadrada y pantalones idénticos, en sus primeros capítulos ocupaba el lugar de la típica imagen de un presentador -o presentadora- de noticias.
“¡Quiero a mi mamá, señor Calamardo!”, gritó uno de los personajes... la verdad, yo también la quería.
A ratos el televisor retomaba su habitual uso pero en volumen bajo. Hubo quien también aprovechó para escuchar música, compartiendo sus gustos con el resto del departamento de Redacción.
“Cualquiera menos esa”, llegué a comentar con mi compañera de escritorio, en alusión de que una de las melodías me traía recuerdos de alguien que no precisamente era mi esposa. “El riesgo de dedicar una canción a quien en su momento fue especial es que en el futuro esas letras te devuelven al pasado”.
Otra canción le siguió a esa. “¿También la dedicaste a alguien?”, me dijo la compañera en tono sarcástico. “No, pues, qué”, le contesté. Tampoco es que reparto dedicatorias a diestra y siniestra. “Eso me saco por compartir mis recuerdos”, pensé... y lamentablemente, no gozan del mismo seguro tenaz.
Toda la figura informal, hasta el final de los días... del feriado.
Mientras en casa, para no quedarme atrás en el Día de los Difuntos y facilitarle las cosas a Tania -quien estuvo que se partía en varias de ella por los preparativos del cumpleaños de Dalia- improvisé mi colada morada con un sobre de Royal y una lata de ensalada de frutas en almíbar.
Tania puso su toque con clavos de olor y canela, y un sencillo puesto improvisado en una esquina me permitió hacerme de mis “guaguas” de pan. Mientras que la nueva temporada de Smallville y una hora de “Play” cerraron el final del feriado... perdón, de la jornada extraordinaria.
Aunque no pude completar el cuadro -faltó la visita al cementerio- me quedó un buen sabor de boca.
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