lunes, 29 de octubre de 2012

Reconociendo

Tenía que pasar... Digo, nunca dejar de pensar en un asunto es tanto como invocarlo.
Pero volver a saber de ella ya es distinto... atrás quedaron ciertas palabras de confianza y cariño... y el tiempo de distanciamiento se encargó de minar algunos aspectos.
No sé si ciertos elementos que marcaron nuestra amistad, que la hizo única en mi círculo, estaban de más... sin embargo creo muy poco en la casualidad y soy más creyente en que las cosas ocurren por algo.
El antes, el después, el ahora... todo pesa en una relación.
Me queda claro que no es lo mismo... y ella está de acuerdo. Pragmática como es ella, me ha sugerido que actitudes posteriores mías llevará la nueva etapa de la amistad a donde debe estar. Completamente de acuerdo... y como toda relación interpersonal, lo consecutivo depende de dos.
Tuve suficiente tiempo para meditar, en la felicidad de mi hogar, todo lo acaecido aquel noviembre de 2010. Lo que hice bien, lo que hice mal... lo que hice de más.
Una de las primeras situaciones que tuve que enmendar es no depender del consuelo ajeno y solucionar conflictos en solitario, en casos excepcionales. Esa dependencia, en mi impresión, me volvió demasiado vulnerable al desengaño.
Ella, al parecer, dio por superado el asunto en menos tiempo que yo. Que su prolongado silencio nada tuvo que ver con rencor, rabia o resentimiento. Que lo acaecido hace dos años enseñó a establecer límites... a las malas, según yo, porque, al menos de mi lado, hubo daño.
Y sí, siempre admití que transgredí límites pero la intolerancia a mi error fue lo que nunca me cuadró. Preferí entonces el tiempo y la distancia... la mejor de las pruebas para saber si una amistad es verdadera.
Algo debe ajustarse para llevar la relación a donde debe estar... aún estoy en eso.

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