lunes, 5 de noviembre de 2012

Diario de un ex suicida

XX de agosto de 1992
Ya no lo soporto... no estoy dispuesto a seguir soportando esta tortura cada fin de trimestre... por alguna razón que aún no entiendo, no me siento motivado en el colegio... me han dicho que soy inteligente. ¿Por qué, entonces, mis notas no reflejan eso? ¿Por qué soy capaz de superar a mi hermano mayor en una prueba para una beca para un curso de computación y mis notas en el plantel son inferiores a las suyas?
Pero tampoco puedo justificar que por ello deba recibir látigo cada tres meses de parte de quien, se supone, debe ser mi ejemplo a seguir: mi padre... Tal parece que la única forma de conseguir algo de su compasión será cuando me vea inerte en mi cama.
Un trago de insecticida y a dormir... para siempre.

XX de septiembre de 1992
Cada vez que lo repaso, me siento el peor de los mortales... Fui un egoísta. Nadie me lo ha dicho pero yo lo entiendo así. Creí que a nadie le importaría si yo faltaba en esta casa... me cegué por el ego.
Una experiencia por demás aleccionadora... además de comprobar de que ese insecticida es tóxico pero no mortal, me percaté que la idea de convertirme en mi propio asesino fue estúpida. Terminé poco menos que en coma con tanto suero que debieron ponerme para desintoxicarme... creo que hasta el alma se libró del veneno.
Vi llorar a mi papá por primera vez, ojalá no sea la única.
Mis tías vinieron a visitarme. Una de ellas me dijo que de haber tenido un hijo varón, hubiera querido que sea como yo. Me sentí halagado... yo también la quiero mucho.
Pero me quedé pensando más en lo que me dijo mi otra tía... que haber sobrevivido es una señal de que estoy para cosas muy importantes, que tengo una misión y que muy probablemente deba cumplirla sin ayuda de mi familia... que no espere recibir apoyo de mis hermanos o mi padre... que a lo mucho podría contar con mi madre.

XX de abril de 2009
Cuánto tiempo ha pasado de aquella vez en que tontamente quise quitarme la vida... hasta ahora la lección más importante que he tenido que aprender.
Mi tía tenía razón... tengo una misión importante: ser padre de familia.
Hace poco tuve que asumir de lleno ese rol... tengo una familia hermosa... pase lo que pase, veré porque mi esposa y mi prole estén bien...

XX de octubre de 2009
Apenas puedo creerlo... A lo que conduce el ego... si no lo sabré yo.
Pero como he dicho anteriormente, nadie se mete con mi familia, aunque se trate de mi propio hermano. Egoístamente ha creído que cuidar sus muebles en mi casa era un favor para mí... para que tenga dónde sentarme... Como si yo no estuviera en capacidad de dar esa comodidad a mi familia. ¿Qué se ha creído?
Que se los lleve... ni falta que me hacen. Mi esposa ha tenido que alejarse hasta que no haya nada de mi hermano en nuestra casa. Por si las dudas, interpuso una orden de restricción en contra de mi hermano. Me duele pero lo entiendo.
Ahora mi hermano, su esposa e hija viven en casa de mi madre, con ella... eso no terminará bien, y así se lo he manifestado a mi progenitora. Nunca he creído prudente que parientes políticos compartan un techo.
Ojalá me equivoque.

XX de XXX de XXXX
Si mi esposa lo hubiese convertido en apuesta hubiera ganado. Hace pocos años, ella alguna vez dijo: "Lo único que quiere tu hermano es sacar ventaja del departamento o quedarse con él"... tuvo razón.
La situación se volvió insostenible... mi mamá vive enferma como resultado del maltrato sicológico de la que es víctima en su propia casa. El intransigente de mi hermano no acepta que mi mamá salga con una persona que considera un oportunista... llegó al punto de prohibir a su esposa que la ayudara en cualquier cosa. 
Y sin embargo, bien que se ha servido de nuestra madre.
He tratado de hacerle ver sus errores a mi hermano pero no lo acepta de buena manera y termina insultándome... yo, en su momento, respondí igual...
Sin embargo, toca hacer una reflexión... No puedo exponer a mi propia familia en el afán de ayudar a mi mamá. He decidido acogerla en mi casa... y que mi hermano se quede solo y feliz en casa de mi mamá.

XX de XXX de XXXX
Ahora mi hermano ha sacado a la luz -otra vez- el afán de vender la casa de mi padres para que mi madre “ya no siga trayendo a ese señor”... para ello, cuenta con un aliado: nuestro padre.
Le llamé y le dije a mi progenitor que lo que le ocurra en el futuro a mi hermano, por esa actitud, también será responsabilidad de él.
Me respondió que si pensaba matarlo y si estaba de acuerdo con el ejemplo que da su ex mujer a sus nietos. “No sea payaso”, le dije. “Mis métodos de castigo no son violentos”... O sea, me vio cara de criminal... ¿Tan poco me conoce?
En cuanto a los ejemplos, le saqué en cara algo que tenía guardado hace mucho y que en aras de la paz de mis apellidos nunca repasé frontalmente. “Usted no es quien para venir a hablarme de valores... prácticamente me llevó a contemplar el suicidio”.
Intentó justificarse en que solo me pegó por los estudios... Qué mala memoria tiene... terminó diciéndome adiós... empero sé que me buscará tarde o temprano.
Mi hermano, por su parte, me hizo responsable de lo que le pase a su familia. Le recordé que él ya tiene una orden de restricción por lo que hizo en aquella ocasión de los muebles y que por mi parte, le daré gusto: el departamento se vende.
Y que disfruten de su soledad, los dos... al paso que van, es lo más probable.
De mi lado, tengo sobrados motivos para vivir.

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