sábado, 12 de diciembre de 2015

La razón de la felicidad

Una parada previo a la reunión con mis amigos. Me tocó tomar taxi pero en donde estaba nadie quería detenerse. Un vehículo se estaciona delante de mí, una furgoneta blanca muy reluciente. El chofer me pregunta si quería una carrera e, ignorando la peculiaridad de la situación, accedí.
Una música sonaba en la radio, no la escuchaba pero mi acompañante sí. "Siempre es difícil enamorarse", afirma. Mi observación del paisaje urbano nocturno se interrumpe. No buscaba conversación pero no quise parecer grosero y le tomo atención... El hombre aparentaba tener la edad suficiente para ser mi padre. Podría decirse que me inspiró confianza.
"¿Por qué lo dice?", le contesto.
"La canción... Habla de lo duro que puede ser el amor... Y yo mejor que muchos lo sé". Me sonrío. ¿Qué le podría otorgar tal distinción?
Sostiene el volante con sus muñecas para que las vea. "Por esto lo sé". Un par de cicatrices rectas revelaban que en el algún momento de su vida decidió terminarla.
Me contó que hace pocó la encontró tras una tenaz búsqueda en redes sociales... A esa razón que lo abandonó para buscar una vida mejor, de lujos, con hacienda pero con un esposo que no le daba prioridad.
La cita se pactó en un hotel del suburbio. La intención y el final del hecho va acorde con la lógica de un amor que hasta antes de la reunión nunca se consumó.
Lo hizo contra la voluntad de los padres... Y supongo que el esposo de la dama tampoco hubiese estado de acuerdo. El chofer se sonreía pese a que, posteriormente, nunca volvió a saber de ella. Aquella mujer también quitó todo rastro suyo en las redes sociales.
Me sentí con la confianza de decirle que pudo perderse de eventos hermosos por un momento de furia, de ira, de despecho, quizás algo de cobardía.
En eso, también me sentí más experimentado que muchos.
Llegamos a mi destino pero antes de bajar del vehículo me pregunta si yo alguna vez consideré eso... De quitarme la vida por amor y de hacer todo por la persona que se ama.
Ambas, le contesté... Pero solo una de esas situaciones permite sentirme con vida.
Una vida que vale su tiempo y altibajos. Sus anécdotas e historias... Sus preceptos y enseñanzas.

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