lunes, 2 de marzo de 2009

Cuatro meses


Su primer alimento sólido: una papilla de manzana con toque de canela “para que sepa mejor”, cortesía de mamá. Dalia, ese pedacito de mi corazón, fruto del amor con una mujer especial, cumplió sus cuatro meses.
Ha pasado poco tiempo pero suficiente para notar que ella está creciendo muy rápido y sanamente, a punta de leche materna –dificil será la tarea de destetarla- pues desde que cumplió un mes no ha aceptado imitaciones –el biberón-. ¿Será anuncio de su carácter? Hay tantas figuras de ella que parecen definir la idea, así es la ilusión del padre primerizo. ¿Y acaso hay uno que no la tenga?
Una de ellas es la fascinación por el color amarillo. ¿Barcelonista? Eso rompería el legado azul que viene desde mi abuelo. Pero haré como mi padre -emelecista-, el cual nunca incidió en la decisión de a qué equipo debía seguir. Incluso acompañaba a mi hermano mayor –amarillo- a los partidos en el Monumental como un barcelonista más. En el caso de mi hija Dalia, con tal de que no forme parte de las barras bravas, puede seguir hasta el Aucas si así lo desea.
De tanto llegar a decirle “Hola, ¿cómo estuvo su día?”, Dalia ya repite la primera palabra. Ahí no fui listo. Ahora empezaré a decirle “Papá, aquí llegó papá”… aunque igual me basta y emociona que cada vez que me ve, se sonríe conmigo.
Son las primeras sonrisas de millones que vendrán.

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