martes, 29 de diciembre de 2009

2009: Hechos y remakes



Este año que termina se lleva consigo muchas lecciones en varios ámbitos. Siendo periodista, o más bien trabajando como tal -falta el título-, trato de enfocar las cosas de la manera más coherente y detallada posible.
Algunos fueron inéditos, otros no fueron más que remakes de eventos anteriores. Unos previsibles, otros se pasaron por descuido.
Recibí el año con trabajo forzado. No porque tuviese turno sino por una trasnochada en casa de un buen amigo. Un hecho por demás curioso y que me gusta recordar. Si bien hubo situaciones ásperas, aquello demostró que solo cuando se quiere se mantiene el control de la situación.
Al mes siguiente, por vez primera, quedé a cargo de dos áreas asignadas a mi editora en jefe debido a sus vacaciones. Difícil y enriquecedor -como muchas de las cosas en esta labor-. Hubo momentos de una presión tal que llegué a pensar que la responsabilidad encomendada me quedó grande.
Pareciera que marzo fue el más tranquilo del año. Un periodo al cual dediqué una reflexión amplia sobre lo conseguido. La confianza de mis superiores, mi esposa, mi hija. Sin embargo, la incertidumbre sobre la estabilidad de la situación me hizo dudar sobre su futuro... y el mío.
En el mes de mi cumpleaños, comencé a explotar mi lado fotográfico. La perspectiva de un entendido de la materia permitió que saboreara la espontaneidad de un momento antes que la pose... Aunque, definitivamente, algunas poses se quedaron en la retina.
Antes de llegar a la mitad del año, la presión fue en aumento, tanto por mis deberes como padre de familia y comunicador. Casi vaticinando situaciones posteriores.
Llegado el sexto mes, empecé a apoyar a Tania con un negocio en la casa donde vivíamos. Admito que me puse algo egoísta al principio pero el tiempo supo demostrarme -y recordarme- que soy afortunado por tener como pareja alguien que se destaca en lo que se proponga.
El mes de julio fue agridulce. Por un lado, el bautizo de Dalia, un evento que contó con amplia participación de las familias Guerrero y González. Por otro, mi primer roce con mis parientes políticos desde que me casé con Tania. Tuvo que pasar mucha agua por debajo del puente.
En agosto, mil ojos sobre mí. Hasta este mes, no me había percatado de lo pendiente que algunos están de mi trabajo diario. Mi cambio de domicilio también develó otras vigilancias.
Septiembre... la antesala de un evento que quisiera olvidar pero que debo tener presente. Fue mi descuido permitir que, a estas alturas de mi vida, un miembro de mi familia siga tratándome como a un niño.
Siguió el mes que para muchos es de las brujas... para mí fue el de los fantasmas. Un cruce verbal amenazó con destruir lo conseguido. El hecho tuvo tantas retaliaciones que, pese a mis esfuerzos, mi trabajo se vio afectado. Fue casi como ingerir veneno... perdí ánimos de seguir adelante y, en la supervivencia, quedaron huellas en el interior.
La reconstrucción llegó en el penúltimo mes del año. El primer aniversario de vida de Dalia fue prioridad y, felizmente, cuenta con el suficiente amor espiritual que no se hace necesaria la presencia física... aunque algunas faltaron. Para este momento, había derramado las lágrimas suficientes para levantar barreras. Tengo identificado a responsables -yo, inclusive- de mi dolor... pero ni proponiéndolo a mi orgullo soy capaz de guardar rencor. En la idiotez temporal no caben las iniciativas.
Diciembre, mes de reflexión obligatoria. Aumentaron las estrellas en el cielo y los legados en tierra. Pese a que no compartí -pero comprendí- parte del contexto de un discurso navideño, debo rescatar el hecho de que hay que estar pendientes de los valores que estamos heredando a la nueva generación.
La herencia... he ahí la cuestión. Espero que 2010 traiga consigo más y mejores elementos para tal cometido.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Lo que las lágrimas hacen ver...



Tiempo de reflexión... ¿Cuáles momentos deben considerarse como tales?
¿Se los escoge? ¿Tenemos derecho entonces a ser irreflexivos en alguna ocasión?
Año tras año es la misma frase publicitaria repetida hasta el insulto en los medios de comunicación.
Pero no soy quién para venir a dar clases de moral... estoy seguro que nadie sobre esta tierra.
Es loable el intento de serlo. Pese a que lo decente es tener solo una oportunidad, lo que más tenemos es eso, y con infinita misercordia. Muchas piedras, muchas lecciones.
Tropezamos, nos levantamos... por lo menos habemos quienes no nos gusta permanecer en el suelo. Empero, mientras más fuerte intenta volverse uno, mayor es la prueba para verificar el temple del espíritu.
He fallado y en más de una ocasión. Lo que es peor es que, si de gremio se tratara, no estoy solo.
¿Y quién nos dice, en acto flagrante, que estamos mal? ¿La voz de la conciencia es menos que cualquiera de estos momentos?
Sí, por lo menos, me gustaría ver cuántos se conmueven si agreden a un ser humano, si los castigan inmisericordemente, sin más pecado que el no estar de acuerdo con un sistema.
Aunque sea por una ficción que refleje ello... Una que a través del mar de mis ojos, jugó con mis lentes y el brillo de una pequeña bombilla y formó un halo de luz sobre la imagen de quien interpretaba a aquel humilde carpintero de Galilea, bañado en sangre y lleno de laceraciones, camino al Gólgota.
No, no es la primera vez que veo la película y las lágrimas son menos que originales. Lo que incomoda es que en cada ocasión tengo muchos motivos para ponerme triste.
Duele más siendo padre... ¿Quién sería capaz de sacrificar su idea feliz por salvar a muchos que quizás ni se enteran de la acción?
Un doble dolor. Por un lado, alguien pagó el precio de nuestros pecados. Fue capaz de soportar una castigo infrahumano por nosotros. Por otro, en medio de la vanidad, la humanidad parece cada vez menos dispuesta a reconocer las fallas y cambiar su modo de vivir.
Credos por aquí, religiones por allá... todos pregonando su verdad, perdón, interpretación de la Biblia. Cada grupo nació de la percepción de una sola persona.
El mensaje fue tan simple: “Amaos los unos a los otros, como yo los he amado”... pero, ¿qué tanto nos deja cumplir esto el orgullo y otras superficialidades?
Nos podemos equivocar... somos humanos... y así mismo, hay que saber perdonar.
Es el amor que damos, lo que al final cuenta.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Paso a paso



En medio del apagón de las 18 horas, un 2 de diciembre de 2009, mi pequeña Dalia dio sus primeros pasos en firme. Toda una sorpresa, ella conoce de mi llegada a la casa y en cuanto abrí la puerta, se desprendió de las manos de la madre para, en cuatro movimientos de piernas, llegar hasta mí.
Una sonrisa, balbuceos y risas en cuanto llegó a su destino. Estaba emocionada, no era para menos. Ella, ansiosa de descubrir el mundo que le rodea, experimentó un cambio radical que le permitía ampliar sus posibilidades de búsqueda. Adiós al andador de cuatro ruedas y a los límites.
Para Tania y yo, también representa un cambio radical: Mayor atención de la acostumbrada. El que Dalia camine implica que la vigilancia aumentará porque querrá coger e investigar todo... sin límites.
El mérito es de la madre, sin duda. Pendiente de todo. Rara es la vez que se le pasa algo por alto.
Y sí... algo se pasó por alto. Ha pasado algo más de un año desde que Dalia decidió que el seno de la madre no tenía imitaciones sintéticas y, por tanto, nada más importaba. Dentro del siguiente año deberá acostumbrarse a lo artificial... he ahí el dilema.
Tania cada vez está más cerca de retomar sus actividades periodísticas. En honor a la verdad, será un paso igualmente difícil desprenderse de nuestra florecita.
El primer día que intentamos la operación “Destete” fue bastante duro, para los tres. Finalmente, se tomó un biberón... pero mediante cucharadas.
Terminada la tarea, mi esposa se emocionó con la idea de que el fruto de su vientre estaba aproximándose a su total independencia. Lo percibí como un “sí pero no”... sí, era necesario dar el paso... no, el vínculo físico-afectivo no debía romperse.
Son cambios importantes... y los tenemos que asimilar y ejecutar poco a poco.
Es un recorrido de tres.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Amistad probada



Marzo de 2007. Probablemente sería la primera vez que vería a Susana Rentería Díaz, en aquel entonces, una estudiante de periodismo trabajando para El Telégrafo. Recuerdo también que hubo una intención por parte de ella para socializar. Ella es así, por instinto, y confía en él para dirigir la palabra.
No puedo asegurar el momento exacto en que la vi... el mundo de los comunicadores sociales es tan pequeño y puede que la haya visto antes.
Fue apenas un mes de prueba, me fui sin garantías de regresar pero con una buena recomendación laboral. El Telégrafo pasaba por una transición polémica. El cambio de directiva representó una oportunidad de regresar y lo intenté. Era agosto del mismo año.
Durante la primera semana, ella estaba de vacaciones. Me senté a lado de una de sus amistades: Stalin Miranda, él es un poco más reservado y desconfiado, sin por ello dejar de entrar en conversaciones amenas e informales.
Casi no tuve roce con él al principio. Susana, a su regreso, se convirtió en el nexo y no podría definir el momento preciso en que tomé confianza con los dos. La amistades nacen tan espontáneamente que es difícil registrar las primeras circunstancias.
Este lazo tuvo su primera prueba a los pocos días de nacer. Mi primer sueldo era superior al de ellos y un vocero de su generación lo sacó a la luz. Yo no podía revelarlo justamente por recomendación de mi superior y accedí porque me aseguró que era temporal (y fue así).
Difícil olvidar ese par de miradas, posterior a la noticia. Si bien tenía razones válidas, no fue sencillo manejar ese sentimiento con sabor a traición y deslealtad. Ellos apenas comenzaban a conocerme y yo a ellos. ¿Cómo saber si en el futuro no se repetiría?
Por divina gracia, ninguno de los tres es intransigente. Apelé a una oportunidad de explicarlo todo y fui escuchado. No sé que habrán pensado inmediatamente pero lo que contó fue su apertura.
La situación no hizo otra cosa que mostrar nuestro nivel para llevar una amistad.
Después, el movimiento de puestos, responsabilidades y otras oportunidades terminaron por desintegrar al equipo de política que formamos Susy, Stanlin, yo, y nuestro superior inmediato Xavier Manrique.
Hoy, no tengo a ninguno de los dos a la vista. Uno, más lejos que el otro. Pero a pesar del tiempo mantenemos una tradición: una foto para el recuerdo en cada encuentro.
Buenos recuerdos, por cierto.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Y somos rebeldes...


“Soy rebelde porque el mundo me hizo así... porque no sigo a los demás... y es que el mundo no tolera que uno tenga su propia fe” Sería un interesante popurrí, asumiendo que la nueva generación tuvo un grito de oposición en las líricas del grupo RBD.
Por lo que corresponde a Tania y a mí, nuestra manera de crear identidad también va de la mano con el rechazo a los caminos absolutistas decretados por cierta parte de la sociedad.
Hace siglos que la humanidad dejó de ser conformista -aunque mantenga matices de amoralidad-. Así que por rebeldes, no somos originales... esto como para aclarar que el asunto ya está digerido.
No obstante, está en cada quien los modos de expresar su inconformidad por los argumentos de los rebaños. Por mi lado, esta situación se presentó mediante una interpretación fría de lo que para otros resultaba divertido en los ratos de juegos infantiles. En el caso de mi esposa, estuvo manifiesto desde temprana edad, según mi suegra.
Dalia es bastante engreída de varios miembros de las familias Guerrero y González. Pero hay una particularidad que, opinan muchos, le permitirá establecer límites llegado el momento de manifestar sus intereses.
Tiene más de un año y no coge el biberón, con el cual está divorciado después de su primer mes de vida. Prefiere agarrar la tapa del envase como si fuese un vaso para tomar los líquidos... pero el biberón no lo toca ni porque parezca juguete.
“Será bastante independiente”, dicen quienes supieron del asunto. Ya de por sí da balbuceos fuertes cuando algo molesta o molestó... casi como si se estuviera quejando.
La incógnita está en como lo manifestará en algunos años más. No conozco mucho de la infancia de mi esposa... pero, si debo empezar desde cuando la conocí y mis experiencias en los casi 33 años que llevo en el planeta, será un dulce reto educar al espíritu rebelde de mi florecita.
Lo importante es que se sepa expresar con argumentos y no con intrasigencias, con educación y no con caprichos, anteponiendo el respeto al interés personal.
Después de todo, de rebeldes está hecho el mundo pero solo los más nobles y cercanos a Dios tienen el éxito individual en sus manos sabiendo, además, trabajar en familia y en equipo.
Sé que sus letras son cuestionables... pero Lucho Rueda tiene razón en decir que no se hace ningún daño “queriendo vivir fuera del rebaño”.
Admito que también depende del pastor.

domingo, 1 de noviembre de 2009

1 año de nuevas perspectivas


Siendo padre parece que el año transcurre más rápido. Desde aquel marzo de 2008, cuando supe que en menos de nueve meses más sería padre muchas cosas cambiaron. No faltó la lluvia de preguntas, muchas de las cuales fueron contestadas el 1 de noviembre de 2008.
Desde entonces, se generó una evolución que mutaba con cada mes, semana y día... y el tiempo terminó en una pendiente. Es el riesgo que se corre cuando se vive con intensidad.
De la mirada ciega se pasó a la inquieta, del silencio se pasó a los balbuceos, del llanto por hambre al llanto por engreimiento. Cada transición fue muy corta aunque hubo como disfrutar cada minuto.
Dalia es responsable de muchas nuevas perspectivas. Poco a poco se convirtió en una necesidad constante de verla, de saber de ella, de llenarla de besos y abrazos.
Instaló casa en mi mente y corazón.
Cada mes fue una actualización de procedimientos, no solo para su cuidado sino para el convivir familiar diario. Nuevas responsabilidades y la presión de que cada día vives para otra persona.
Pero no cualquier persona.
Dicen que se parece mucho a mí -por lo menos es lo que opina la mayoría- pero me conformo con que crezca sanamente en cuerpo y espíritu. Por propia experiencia, sé lo difícil que puede ser la adolescencia... y aquí es donde las bases son importantes.
Los primeros pasos son responsabilidad compartida.
Para la tarea de educar no he conocido teoría efectiva, todo es empírico y bajo el marco de lo particular de cada pareja. Es un compromiso con Dios. ÉL tiene fe en la humanidad y creyó en Tania y en mí para criar a uno de sus hijos.
¿Cómo lo haremos? El tiempo y el acercamiento con ÉL tienen la respuesta.
Mientras, disfruto cada momento con mi hija. En este primer añito de vida, hay más preguntas que respuestas. Sin embargo, tengo la certeza de que le esperan grandes cosas a la más bella flor de mi jardín mientras también mi esposa y yo cumplamos el compromiso divino de guiarla.
Es un presentimiento. Grandes años están por venir.

lunes, 7 de septiembre de 2009

A destiempo


Tendría unos 10 años cuando a mis manos llegó, por requerimiento escolar, un libro de lectura con relatos pequeños. Algunos completos, otros resúmenes y otros extractos de obras mayores –Sería mi primer roce con El Principito-… pero básicamente me ofrecieron mis primeras nociones del comportamiento humano, a través de las letras desde luego.
Las circunstancias trajeron a mi memoria un cuento que, en su momento, me pareció bastante peculiar. “El mozo que casó con mujer brava”, del escritor español Juan Manuel, narra la historia de –obvio- un mozo que encontró la manera de –literalmente- domar a una fémina de fuerte carácter.
El método ha sido objeto hasta de chistes. Todos le advertían al buen hombre de lo que le podría pasar tras las nupcias. Él tenía todo friamente calculado.
En el primer día le gritó a un caballo, a un perro y a un gato –los tres animales muy queridos por él- exigiéndoles agua para lavarse las manos. Naturalmente, ninguno le obedeció y el trío de cuadrúpedos, en el orden mencionado, fueron pasados por la espada.
Seguidamente, le gritó a su esposa con la misma petición y ella –antes que verse igual que las mascotas más queridas de su esposo- obedeció sin objeciones.
Cuando el suegro vio el “eficaz” método, fue y mató un caballo. Su mujer le contestó: “Lo mismo sería que mates a uno o a cientos. El primer día debías haber comenzado que ahora ya nos conocemos harto”.
…y lo olvidé.
Igual no va conmigo. No necesito pasar por arma blanca a nadie para dejar clara mi autoridad… pero el mensaje va más allá: los límites dentro del matrimonio.
Es un detalle que no ha quedado claro. Entendiendo que Tania es una mujer de fuerte carácter, el cual admiro, tenía presente que no se dejaría de nadie.
Recientemente tuve un impase con un hermano donde ella también fue protagonista. Ya aclaré las cosas con él y le he perdonado… pero para Tania el trámite no será tan sencillo.
Solo mencionar el hecho la puso tensa y se mezcló con una impaciencia mía por otro asunto. Le dije que se calmara –para hacerlo tuve que respirar hondo también-… la frase no ayudó.
Fue cuando me puse a pensar en que no hubo puntualizaciones en cuanto a opiniones respecto a miembros de la familia política. Tal cuestión, hace un par de meses, provocó un desfuero mío al acumular pensamientos y situaciones… pero ella se desahoga en el momento preciso.
Hay bastantes figuras dentro de mi familia que considero tolerables pero que sería mejor que no las hicieran.
No puse límites para comentarios y reacciones porque creo bastante en la libertad de pensamiento y opinión dentro del marco de respeto… pero estoy considerando que debí matar a un caballo al inicio de la historia.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Hiriente sensibilidad


Parece que es el legado materno… y puede que hasta paterno si del orgullo se trata. No tengo ese filtro que a muchos le permite ser más calculadores, ni la coraza que muchos presumen tener cuando por dentro son más débiles que su apariencia.
En términos del vulgo, soy un llorón… pero prefiero definirme como sensible. No puedo escoger quien merece saberlo. Sencillamente lo pongo de manifiesto cuando algo oprime mi corazón o se toca una fibra de los valores que respeto más que a otros: familia, amor y amistad.
Queda clara la desventaja: soy vulnerable si alguien conoce por dónde atacar. La diferencia la marca el afecto o lazo que me une a esa persona. Si es un desconocido, no tendrá oportunidad de aprovecharse de la situación… con el tiempo aprendí, no a levantar murallas o colocarme disfraces sino a adquirir fuerzas a través de las heridas.
Sin embargo y pese a todo, siempre habrá cosas para las que no hay cómo prepararse porque sencillamente no las vemos venir –o no se quiere verlas-…
Suena casi inaudito que a estas alturas de mi vida, a mis 32 años, con una buena esposa, una hija preciosa y un trabajo respetable donde de a poco he conseguido notables espacios, alguien se sienta con derecho a insinuar que sigo en la época de oscurantismo donde hice cosas que prefiero borrar de mi memoria.
Peor aún, decirlo en la casa donde vivo que es como decir mi hogar, con un pequeño matiz de amenaza como si yo o mi familia dependiéramos de favores.
La verdad… ese tipo de atenciones las he recibido de una sola persona, alguien que desde pequeño parece considerarse el sol de su limitado universo… y hubo quienes cometimos el error de incrementar su ego al hacerle favores a millares surgir sin esperar nada a cambio.
Yo no soy agresivo… lo que he conseguido –aunque poco- no puede ser agredido por nadie y quien no respete eso, no es bienvenido en mi hogar.
Sí… un día difícil porque hasta en la noche mi pequeña estaba algo indispuesta pero felizmente sin cambiar esa sonrisa que alegra cada uno de mis días.
¿Quién dijo que los gatos no son leales? Luna, mi mascota, me buscó el brazo que trataba de ocultar mi rostro de tristeza y se asomó por encima de este, casi como preguntándome qué me pasaba… hasta un animal irracional me trató mejor que alguien que, se supone, es un ser racional.
Duele… y mucho. La sensibilidad me ha permitido encontrar muchas lecciones de vida y, al mismo tiempo, aplicarlas. Cada enseñanza deja una cicatriz.
Pero no estoy dispuesto a convertirme en monigote de nadie.

martes, 18 de agosto de 2009

Curiosa actitud


Cuando entré a mi trabajo como redactor en un medio de comunicación, se tiene las expectativas de toda labor nueva. Desde entonces han pasado dos años, en los cuales he podido conocer gente de todo tipo en cuanto a lealtad. Procuré juntarme con la gente adecuada… creo, hasta la fecha, que acerté bastante.
“El simple aleteo de una mariposa puede crear un tifón al otro lado del mundo”, teoría del caos.
Toca ver la variedad de situaciones a la que nos exponemos en el trabajo. Dimes, diretes, zancadillas, palancas, solo por mencionar –al vulgo- algunas de las más ¿evidentes? Lo que venga después, es cuestión de cosecha.
“Si no están listos para frustraciones mejor busquen otro oficio”, licenciada Esthela Astudillo, docente de la FACSO.
Las personas se muestran tal y cual son en situaciones adversas. Es donde se conoce los límites por cambiar la situación a su favor o simplemente no ser parte de ella. Si algo no gusta, lo enfrentas o lo esquivas… aunque estos puntos no determinan el nivel de valentía.
"Las mentes brillantes manejan ideas; las mentes corrientes hablan de actualidades; las mentes mediocres hablan de los demás.".- Anónimo.
Cada quien es dueño de su vida y la decisión que se tome, nos guste o no, merece respeto. Sin embargo, es un trago agrio cuando por delante de esta acción nos llevamos a personas que quieren el bien ajeno, sea del equipo o de otros… y más ácido es cuando se da la espalda a aquellos que dieron la mano.
"Pasó por delante de la vida tímidamente, como si le dijese el presentimiento que el menor contacto de esos dos mundos, el suyo y el de otros, sólo podía engendrar dolor.", Teófilo Gautier.
En todo caso, toca pensar con cabeza fría ante una actitud que, a nuestro parecer, esté errónea. La primera reacción de la indignación suele ser una actitud que, anímicamente, no traerá ningún favor. En lo que menos se piensa es que la vida te puede poner cerca (entiéndase delante, atrás, sobre, debajo) de la persona a la que se está por agredir, con justificación o sin ella.
Eso de que la culpa es de la vaca y la ley de talión es la droga para la debilidad del carácter.

viernes, 14 de agosto de 2009

Trabajando con fuego


Según la ciencia –dicen que prima hermana de la astronomía- de la astrología tradicional, existen cuatro elementos que rigen los 12 signos del zodíaco: fuego, tierra, aire y agua. Cada uno de ellos con sus respectivas fortalezas y debilidades sin que haya una supremacía absoluta de uno sobre otro.
Por el lado del elemento fuego he conocido –y apreciado- bastante a los signos dentro de él: Aries, Leo y Sagitario. No se puede desconocer el ímpetu, factor común entre los tres, uno más irascible que el otro.
Dentro de mi quehacer periodístico, he tenido a mujeres como jefe inmediato en mis dos experiencias laborales. La primera de ellas fue supervisora, amiga y puede que hasta madre. Solo un traspié, el cual el profesionalismo permitió superar.
Llegué a El Telégrafo y mi primer jefe inmediato fue varón y en la transición a medio público me tocó una mujer… malo que lo mencione pero no hubo empatía y en buena parte es mi responsabilidad porque no hice mucho por cerrar la brecha. Era cuestión de tiempo para que saliera del área.
Llegué a una nueva sección con las expectativas e interrogantes propias de la situación. Sin embargo, desde el primer momento se pudo sentir una conexión de intereses profesionales.
Su nombre, María de Lourdes Guanín Campoverde, mi superior inmediato. Su edad, no sé, ni me interesa. Prefiero verla como una hermana mayor, la que está pendiente de mis necesidades, sin por ello dejar de inspirar autoridad y respeto con unas dosis de sana camaradería.
Nacida bajo el signo de Leo y por tanto con personalidad de fuego. La energía que proyecta fue bastante contagiosa desde el principio y la parte más difícil fue adaptarme al ritmo. Sobra decir lo mucho que he progresado bajo su supervisión y motivación.
Nunca dice no a un reto y ello le ha permitido estar a cargo de tres áreas y mantenerlas en un nivel óptimo… bien dicen que la paciencia es un árbol de raíces amargas pero de frutos dulces.
Lo más difícil es, justamente, seguir su ritmo… si fuese menor a lo mejor le quedaba grande ser responsable de tantas tareas. Tras año y medio con ella, aún toca ajustar más la agenda para que nada quede fuera, hacer seguimiento, y producir temas. Inspirador, por cierto, pero tiene su precio.
Las enfermedades, solo si son capaces de aprisionar su movimiento, tampoco le quitan la tenacidad. No gusta de los chismes, a lo mejor así no se indispone más.
En este oficio, quien sabe cual será mi próxima parada. Otro medio escrito, interesante reto; radio, me encantaría (nostálgico que soy); televisión, no me atrae mucho pero no lo descarto…
Pero tras agarrar el ritmo del fuego, no me acostumbraría a uno de menor jerarquía.

martes, 21 de julio de 2009

Frío, frío, frío...


Finalmente pasó… era cuestión de tiempo. Ya estaba consciente de que las familias Guerrero y González son casi opuestas entre sí en varios ámbitos. Siempre tocó a Tania y mi persona “hacerse de la vista gorda” en más de una ocasión para no herir susceptibilidades.
Mi esposa es menos paciente que yo y ya ha tenido la oportunidad de hacer observaciones crudas y frontales. En algún momento debía tocarme…
Los métodos que utilicé fueron, sin embargo, tan o más incosecuentes. Aún sigo sin tener la certeza de lo que haré al respecto en los días siguientes.
Es ambiguo… Se me cae la cara de vergüenza ante doña Dalila pero mantengo la diferencia con mi cuñada. Sé que no puedo estar en gracia con una parte mientras no tengo deseos de ver a la otra.
La conversación que tuve al respecto con Tania fue más emoción que solución. Para variar, el problema que tengo para escuchar cuando algo más atrae mi atención fue el punto central –y hasta protagonista- del diálogo.
Fuera de eso, se quedó igual que al principio: no hubo concialiación de argumentos. Ella sostuvo los suyos y yo los míos… “Sé que cometí un error pero no soy el malo y, de hecho, no creo que nadie lo sea”, fue mi frase final.
De parte de ella, una sentencia: Mucha agua tendrá que pasar por el puente para que te vuelvan a dirigir la palabra –de momento queda claro de quien me preocupa más-, y una preocupación: Le molestó la sola idea de que me cansara de ella y su familia y pensara en alguna madrastra para Dalia.
Por mi parte, le reiteré que no me casé con ella para salir corriendo al primer problema fuerte que tengo con su sangre. Era algo que se podía presentar tarde o temprano y para lo cual procuré afianzar el sentimiento antes de comprometerme.
Estas heridas en el alma no hacen más que volverme más fuerte ante eventuales situaciones más graves… Al escribir estas líneas me encuentro a la mitad de un sentimiento de ser exageradamente sincero y decirle las verdades a quien se las merezca.
Sin embargo, aún necesito enfriar muchas cosas.

miércoles, 1 de julio de 2009

Ocho meses


Ya de por sí soy sensible pero desde que llegó mi hija este feeling aumentó de potencia y más, en ciertas ocasiones, cuando delante de mí aparece una escena que tenga como tema el lazo familiar.
Enumerarlas sería demasiado empalagoso, hasta para mí. Mi nena ha cumplido 8 meses y con ello aumenó sus formas de expresarse. Las sonrisas son más elocuentes, bien dirigidas –casi para todos hay- y se emociona más con algunos miembros de la familia.
Tania está convencida que esa manera de actuar la heredó de mí. Siempre me rayó con eso de que soy un “coqueto, ofrecido y regalado” por el solo hecho de que me gusta sonreir bastante. Culpable. ¿Qué puedo hacer si es mi manera de llevar las relaciones humanas?
Algo que también parece que lo sacó de mí –a menos que la mamá de Tania diga algo al respecto- es la facilidad que tiene para distraerse. Las cosas brillantes, la presencia de alguien, objetos curiosos y nuestra Luna (la gata) son elementos que interrumpe su hora de alimentación o de aseo.
Con los 8 meses también llegó el bautizo. El regocijo es indescriptible. Es una de las tantas cosas que solo se entienden cuando se las viven pero que en todo caso vale la pena compartir. Tania y yo le dimos la vida terrenal, ahora comienza su vida espiritual.
Cada mes, cada día, es algo nuevo. Dalia solo se ocupa por ahora de sonreir y pedir las cosas que le ayudan a hacerlo. Cada vez con más fuerzas para sostenerse de pie. No le falta mucho… ya mismo camina. Su aprendizaje está en la mejor escuela que puede tener: su familia.
La escuela para padres, esa que solo requiere llegar hasta el hogar, es sin duda la mejor a la que he asistido. Si me vuelvo sentimentaloide, ya estoy preparado y consciente… pero todo el sentimiento esta volcado hacia las mujeres de mi vida.

jueves, 11 de junio de 2009

Hablar de dos


Desde muy pequeño, mientras mis hermanos preferían coger, en esos domingos familiares, la sección de tiras cómicas, yo intentaba leer y comprender lo que se publicaba en la desaparecida sección dominical “Paratodos” de El Universo… desde ahí me resulta más interesante saber más de lo que me rodea y dejar la fantasía para otro momento.
Mucho tiempo pasó…
“Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos, empezar por uno mismo”, dice una canción. El Universo sería –y por el momento- el medio escrito que más he leido. Por visitas familiares supe de la existencia de El Telégrafo, Vistazo. A través de los años otros que, por alguna razón, no dejaron un legado visible.
Mucha lectura…
Luego está la televisión. Televistazo (Ecuavisa), cuando no necesitaba de un seudónimo mañanero, 24 horas (Teleamazonas) cuyo logo se demoró millón en cambiar, son los únicos espacios que sigo desde pequeño. Otros noticiarios tuvieron mi atención ya en la adolescencia.
Mucha televisión…
La radio. Caravana, CRE, Atalaya, Sonorama, Sucre (ese buenos díaaaaaaaaaaaaaaas, Ecuadorrrrrrrrrrrrrr era mi desayuno gracias a mi mamá) y Cristal. La ventaja de estos medios es que no necesitan guardar muchas apariencias. Se habla como puede, quiere o dejan y no necesitan las posturas de armario de la TV o armar detalles en un diario donde el error está al día siguiente.
Pura nostalgia, me gusta la radio…
Tengo casi 4 años dedicado al periodismo: 2 en radio y 2 en prensa escrita. Qué distinto es ver a los medios desde adentro. Aprendí a derrumbar ídolos y crear convicciones. Hacer amigos y solo compañeros o colegas. Conocer conveniencias y pericias. Limitar espacios.
En resumen, saber expresar ideas…
Son días en que el concepto de libertad de expresar adquirió varias concepciones… tantas como intérpretes de la actualidad nacional existen en el país. Se hizo necesaria una retrospectiva para poder opinar… sin embargo hay un pero.
Una de las tantas cosas que aprendí dentro del medio es que cualquier cosa que diga o escriba regresa a mi, de muchas formas. Agradables y otras no tanto. Lo que yo piense de la libertad de expresión, no debe interesar, pero sí merece respeto como cualquier pensamiento.
Desgraciadamente, es la manipulación de posturas e información lo que centra la atención en el tema… no todos son culpables.
Buscar al inocente es la tarea difícil.

miércoles, 3 de junio de 2009

Ganar para perder


Tan solo un día antes le decía a la esposa de un buen amigo mío que en ocasiones toca ceder para mantener una armonía en convivencia… No es olvidarse de sí mismo sino ser un poco flexible en nuestra postura.
Quedo mal como maestro… no prediqué con el ejemplo.
Hace algún tiempo mi esposa dijo que quería poner un pequeño negocio en casa para ser más productiva. Haber crecido dentro de un ambiente comercial le ha dado actitudes y aptitudes para sentirse útil en todo momento –Pobre de quien insinúe lo contrario-… La iniciativa tuvo como respuesta un mal gesto mío.
No deseo ver a Tania desarrollar su vida como comerciante minorista cuando ya tiene algo que aún no poseo: un título de Comunicador Social... Pero, ¿y Dalia? Buen punto… a pesar de mi negativa y ante las enormes ganas de mi esposa, me tocó ceder.
Hasta ahí, bien.
Por motivo de estudio, el menor de mis cuñados se vino a vivir a Guayaquil. Mi suegra vino a vivir por acá también. Problema solucionado, pensé. No más negocio… Me cegué tanto que no puse atención a lo que en verdad pasaría.
Con mis parientes políticos llegó una vitrina con varios insumos para vender. El espacio con que cuento en casa es poco y semejante monstruo de aparato me incomodó… El negocio iba porque iba.
Inevitablemente Tania tuvo que notar que me pasaba algo. “No sé a quién quise engañar, me molesta tener ese aparato en casa”, le dije. No resultó tan sencillo como parecía.
El peligro de ceder es que llega un momento en que sencillamente no quieres hacerlo más y no se repara en ver si es práctico o no… pero solo hacerlo resulta más complicado que la teoría.
Desde luego que mi flaca ha hecho su parte con eso de ceder, lo cual no le ha quitado la opinión. A pesar que acepta muchas frivolidades mías, tarde o temprano su pensamiento aflora. Igual por mi lado.
Pero entonces, no está claro donde terminan mis requerimientos y empiezan los de ella -y viceversa-. Si vamos a estar con malas caras o recordatarios de posturas... ¿para qué cedimos en primer lugar?
El amor implica olvidarse un poco de sí mismo… ¿Y cuál es el límite?...

lunes, 1 de junio de 2009

Siete meses


Yo lo anuncié. Me dicen que es propio de la edad… Pero no deja de ser hermosamente llamativo. Mi pequeña flor, a sus siete meses, empieza a mostrar sus primeros manifiestos de saber exactamente lo qué quiere.
Ya tiene un lenguaje definido para cada requerimiento. Si está viendo Barney (ese dinosaurio morado al que solo los niños le ven toda la gracia), frunce el ceño si de pronto su personaje desaparece de pantalla.
Es solo una muestra de la atención que pide y se le da… pobre del que aplace o quite uno de sus deseos. Unos cuantos gemidos y un llanto es el llamado para cumplirlos.
No obstante, tampoco se le puede dar todo. Un “No” bien puesto causa el mismo efecto que la ausencia de Barney en pantalla. Los límites comienzan también a definirse.
Siguiendo los lineamientos de los especialistas (a uno le toca informarse en todas las vías posibles) cedimos un poco al hecho de que Dalia duerma en medio de sus padres. En esos ratos, enternece el hecho de que busca acomodarse de mi lado.
Promesa, en el siguiente mes le compro el andador. A mi pequeña ya le urge caminar… y por lo visto le importó un bledo el hecho de que muchos primeros necesitan aprender a gatear.
Mi nena es de la generación del nuevo milenio… crecen más rápido. Hay más elementos que observar y por tanto absorven más conocimiento por minuto y para no perder detalles necesitan movilizarse por sus medios en el menor tiempo posible.
Me pregunto cuánto tardará en pedirme un celular…

lunes, 18 de mayo de 2009

La pasión de una camiseta


Era un niño de 4 años, no conocía de futbol. Como a pocos, las actividades físicas no eran lo primero en mi lista para entretenerme. La primera vez que escuché de un campeonato nacional de este deporte, poco me interesó lo que la frase encerraba.
Por tanto, no sabía siquiera que mi padre era seguidor de uno de esos equipos hasta que le arruiné la salida a un estadio por una travesura mía. Llevaba una camiseta en tonos azules que quedó grabada en mi retina.
Me gustó. Aún sin saber detalles de este deporte, el color azul se convirtió en mi favorito. No sabría explicar las razones, sencillamente me gustan las prendas en este color y sus distintas tonalidades o combinaciones. Desde ese día.
Tres años después, un amigo se manifestó molesto por un álbum de revista Estadio, que enseñaba técnicas de fútbol, que al final contaba con las firmas de los jugadores que participaron de la publicación. “¿No te parece injusto que las firmas de los del EMELEC estén resaltadas?”.
Me interesó conocer más del asunto. El color. El uniforme. Desde luego que ambas cosas tuvieron toda mi atención. Me propuse ver un partido donde jugara este equipo. Mentiría si digo que me acuerdo lo que fue, contra quien jugaba. Lo cierto es que el interés fue en aumento.
Fue cuando le pregunté a mi padre si me podría llevar a ver un partido de futbol como regalo de cumpleaños. Desde luego que accedió. Oficialmente estaba siguiendo a EMELEC. En abril de 1984, me convertía en emelecista.
Por coincidencia, mi equipo cumplía 55 años. Casi al mismo tiempo, supe del Clásico del Astillero. Todos tenemos la necesidad de un rival, yo lo tenía en casa: mi hermano mayor es barcelonista… Viva la sana competencia.
Con el tiempo se convirtió en algo más que un color preferencial. Ser emelecista es mucho más que una camiseta azul eléctrico. Soy de aquellos que no gusta burlarse de la derrota de otros, pero reconozco que es inevitable hacerlo con los malos hinchas del bando contrario, de esos que dejan su persona y familia por un partido. Que EMELEC sea tu vida –o la mayor parte de ella- no significa que no hay cosas que también merecen atención
Tengo mi pasión por la piel de mi equipo, me alegro con sus victorias y me entristezco en sus derrotas. Pero siempre fiel, sin darle la espalda. Si no voy al estadio, no es por falta de interés sino que es cuestión de prioridades.
Hasta Dios estuvo de mi lado cuando inconscientemente aposté mi preferencia en un Clásico. El equipo comenzó perdiendo pero terminó ganando… con mi solemne promesa de no volver hacer apuestas y menos de futbol.
Mi equipo cumple su aniversario 80 y he podido conocer a través de los años que es más que un equipo de futbol. Es una institución deportiva sin par en el Ecuador. Tengo muchas razones para vestir mi corazón de azul en cada partido, cada vez que se habla de futbol, cada domingo cuando Guayaquil está de fiesta.
No hay como el “mi… mi… mi… millonaaaariooooo” cuando escucho que se marca un gol por la radio. Sabe a gloria si es en un Clásico del Astillero porque un gol a Barcelona solo es comparable con los goles que nos han dado campeonatos.
No sé si mi hija seguirá con el legado eléctrico… pero así como mi padre respetó, sin influir, la preferencia de mi hermano barcelonista –al punto de acompañarlo al Monumental como un amarillo más- respetaré su decisión. Después de todo, qué sería de un grande del deporte sin su rival de barrio.
Pero esa camiseta azul eléctrico, la que saca mis emociones futbolísticas, la del “Bombillo”, el “Ballet Azul”, los “Millonarios”, no me la saca nadie porque Dios quiso que la tuviera puesta.

lunes, 4 de mayo de 2009

Familia en entrenamiento



“Piensa que esta buena gente antes de educarnos a nosotros no educó nunca a nadie. Venimos a ser sus hijillos de Indias. ¿Qué vamos a hacerle?” le decía Mafalda a su pequeño hermano para tratar de ¿justificar? el estilo de sus padres frente a una actitud de su hijo. Encierra una verdad… ¿Alguna persona que tenga o haya tenido la tarea de educar a su prole me puede asegurar que lo sabían todo cuando ingresaron al club de los padres? ¿Bastaron los ejemplos, recomendaciones y valores familiares?
Es circunstancial. Todo estos preceptos, propios y ajenos, van aplicandose en el transcurso de esta difícil tarea. Tania y yo ya pasamos el primer nivel donde dejamos la paranoia atrás. Esa época en la cual nos preocupábamos hasta de un estornudo de Dalia… “Deberíamos llamar a la doctora”, creo que poco nos faltó para llamar a urgencias.
Hemos acoplado casi a la perfección las tareas del hogar para evitar un exceso de trabajo al otro. Aún necesitamos pincharnos el ánimo mutuamente para esto pero cada vez lo hacemos de forma más ágil.
Sin embargo, y pese a la manía –humana- de buscar la perfección nunca falta el descuidillo. El otro día salí de compras por unos pañales. Busqué la sección de los medianos y agarré un paquete. Lo llevé a casa y Tania los empezó a usar. De eso, ya cuatro días.
Desde el principio notamos que estaban más pequeños que los habituales y nos repetíamos el hecho de que en ocasiones la marca también determina el tamaño. Ayer, a mi esposa se le ocurrió revisar el paquete de ¡48! que compré… Eran de talla pequeña.
Yo los compré, ella los abrió… ninguno verificó. Por tanto el error, aunque en distinto nivel, fue de los dos. La perfección no existe pero ¿quién nos puede demandar por buscarla?
Así como en la vida profesional, sin importar la carrera que se escoja, el aprendizaje nunca termina y, por tanto, el entrenamiento tampoco. Cambia el nivel de experiencia, desde luego; existen los ejemplos, también, pero cada quien es responsable de su propia familia y los errores, que los hay en todo lugar y nivel, son únicos y propios.
Esto es lo que a la larga nos forma como padres. Como en colegio, nos damos el lujo de decir “Pasamos de curso”. ¿Pero qué tanto aprendimos?
Para eso están las pruebas que vendrán, cuando nuestros hijos en lugar de hacernos preguntas empiecen a dar respuestas.
Entonces sabremos si no se nos quedó nada en el camino del entrenamiento.

jueves, 30 de abril de 2009

Seis meses


Además de estar descubriendo el mundo que le rodea, Dalia comienza a conocer su cuerpo. Parece que los pies le resultan más atractivos que otros juguetes que tiene a la mano.
Gusta más de apoyarse, con ayuda desde luego, en sus pies que en sus rodillas. Mi suegra dice que me vaya olvidando de que gateará porque lo primero que haga para movilizarse será caminar. Veremos, sin embargo no niego que mi nena está apurada por conocer más.
Los gorjeos y las risas, dice mi esposa, son cosas Dalia reserva más para mí. Se basa en el hecho de que tiene un carácter más pasible cuando yo estoy cerca de ella. Dicen que las niñas son más apegadas al padre… Ojalá sea así -¡Qué cochino egoísta que soy!-
Benditos los genes de don Víctor (+), mi suegro. La baby de papá es bastante grande para su edad, según los pediatras. El éxito es compartido con la alimentación que le da la madre… Nada de leche de tarro.
Estoy enamorado de mi hija desde el primer minuto, y cada vez más cada día. Es hermosa y han dicho por mayoría que se parece a mí. Califiquen ustedes.

lunes, 13 de abril de 2009

N.I.S.C. Las primeras letras en mi círculo de amistad




Para sacar de la curiosidad a algunos. Nathaly Ivonne Samaniego Cárdenas, oriunda de Machala, nacida un 12 de agosto (Leo), última residencia conocida, Quito. Mejor conocida, para los amigos, como Nathy; y con más cariño, “iron”.
¿Qué me motivó a cultivar una linda amistad con ella? Puro atrevimiento, en un inicio, y por la certeza de que valía la pena. Ella es lo que dicen la hija putativa del matrimonio de una las hermanas de mi abuelo (tía Piedad) y fue tratada como de la familia… no recuerdo mucho de eso cuando la llevaban a las reuniones familiares de Nochebuena. Apenas si rememoro a una niña que pasaba pegada a mis tíos y no se relacionó con los primos Zambrano.
Por tanto, no supe nada de ella hasta inicios de 1997, cuando realizaba mi último año de estudios de bachillerato en La Libertad, en lo que hoy es la provincia de Santa Elena. Misteriosa y algo arisca, primera impresión mía. Reservada y desconfiada, la versión de ella. Lo cierto es que el hielo se rompió cuando coloqué algo de música para escuchar. “¿Te gusta ese grupo?” las primeras palabras que me dirigió.
No compartí mucho con ella en ese año… Incluso tuve ganas de intentar algo más que amistad pero creo que fue la emoción del momento. Era alguien nuevo en mi vida y era especial… y se perdió en la distancia por varios años.
2004. Aún no tenía experiencia en medios de comunicación y llevaba un año de enamorado con Tania. Un buen día supe que mi tío Rubén, esposo de mi tía Piedad, estaba en Guayaquil en el hospital del Seguro por enfermedad. Tras unas dos o tres semanas de permanencia, decidí visitarlo. Fue cuando la volví a ver… y vaya que había cambiado.
Naturalmente que de 14 a casi 22 años una mujer puede cambiar, físicamente, demasiado. Me movió el piso pero nada más, en ese momento estaba más interesado en la conversación que tenía con mi tío, la primera y última… nunca antes me había encariñado con una persona con solo un intercambio de palabras. “Cuando salga de aquí, te recomendaré para los medios de comunicación de Machala”, nunca supe por qué lo dijo. Falleció un día de agosto.
Durante el sepelio me percaté lo querido que era en la ciudad orense. Hubiese sido todo un reto trabajar lejos del ambiente que conocía… pensé. La partida de mi tío fue un golpe duro para Nathy. Puedo decir con certeza que lo era todo para ella.
Una llamada, un desliz. La única vez que fui infiel fue de palabra y vía telefónica. Una conexión que se hizo más fuerte entre Nathy y yo, algo que nos decía que nos demos una oportunidad. Mi error fue jugar con un sentimiento que no admite duda.
No soy de quienes sostengan dos relaciones por lo que tuve que elegir. Le conté el asunto a Tania y me dijo que lo único que le importaba es que sea feliz, no importa con quién. En ese instante yo elegí, y mi presente da fe del resultado.
Sin embargo, la situación representó un duro revés para mi amistad con Nathy… ella no quiso saber más de mí por un buen tiempo. La siguiente vez que la escuché fue casi como que nada hubiera pasado. Se retomó el lazo fraterno.
2006. Una época de tensiones con Tania. Su nuevo trabajo en El Telégrafo y mi manía de saber de ella todo el tiempo. La relación colapsó. “Necesito un tiempo”… como si no hubiera escuchado la frase antes. Se lo di… pero no me resigné al final de la historia. Necesitaba un consejo y apoyo del bueno. Gilda, mi prima hermana favorita, me dijo que no tratara de forzar el asunto, que a lo mejor la relación requería un respiro. Mucho optimismo, pensé, pero las palabras, a la larga, fueron útiles.
Como en ese instante no quedé satisfecho, necesitaba de otro punto de vista. Algo que se ajustara un poco más al hecho de tratar de seguir con mi vida sin pensar demasiado en el asunto. Requería alejarme del “cementerio de historias” que representaba mi propia casa. Plan B: viajar a Machala.
Nathy me hizo ver una película cuya trama y música principal todavía permanecen en mi pensamiento: Efecto mariposa. Una de las últimas escenas me sacó lágrimas. La primera vez que lloraba ante una amiga. Al darse cuenta, me recogió en su pecho para consolarme, casi como una madre.
No dudo que otras amigas hubiesen hecho lo mismo pero Nathy fue la primera de ellas. No acudí a su presencia para “sacar el clavo”. No aplico a esa política cuando el tiempo no se ha llevado todas las cenizas. “Tienes que aceptar tu realidad, lo que tenga que suceder, sucederá… mientras tienes aún mucho más en tu vida para ser feliz”, me dijo. No necesité de más consuelo.
Desde aquí, Nathy es más que una amistad común. Tuve que contar los antecedentes para que se entienda un poco el hecho de lo que representa ella para mí.
Actualmente, no sé mucho de ella. Casi tuvimos un encuentro pero eso… es historia aparte.

miércoles, 1 de abril de 2009

Cinco meses


Como pasa el tiempo… Al mismo momento quiero que se detenga para disfrutar su infancia y deseo que pase rápido para verla triunfar. Sentimiento contradictorio.
A sus cinco meses, Dalia luce más despierta, disfruta de juegos y observa con más atención el mundo que le rodea… y sonrie con todo y con todos. “No tiene la menor idea de todo lo que pasa en este mundo”, decía Mafalda al Guille con pocos meses de nacido. Me abstengo de comentarios para no dañar la inspiración.
Pero si se realiza una expectativa, que Dalia saque el carácter de mi mami Chabela y Tania, lo más seguro es que el mundo se las verá en figurillas para detener sus aspiraciones. Esa es mi ilusión. No solo que mi nena sea feliz sino que sepa defenderse muy bien.
Con el tiempo, tambien Tania y yo hemos madurado desde que somos padres. Uno no puede cuidar al hijo del mundo sino más bien educar para que sepa tomar decisiones y asumir las consecuencias de ellas… De acuerdo, si hablamos de un bebe, solo nos toca velar por su crecimiento sin ser extremistas.
Dalia está creciendo maravillosamente, gracias a Dios y con la colaboración de familiares y amigos. Es poco el tiempo que tiene en el mundo pero ya es muy querida… Y lo seguirá siendo.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Las de la intuición...


00:30… creo, es una hora estimada. Aún estaba despierto y algo me impulsó a girar la cabeza y vi a Tania que permanecía quieta y semi levantada, observando a Dalia desde la cama. La cuna de la nena está a un lado de nosotros –he visto que muchos padres primerizos hacen eso, si no son todos-. Mi esposa solo miraba… o eso parecía.
Luego se levantó y metió los brazos en la cuna. Dalia emitió un gemido, el que muchos usan para pedir un poco más de sueño, pero siguió dormida. Tania regresó a la cama y entonces notó que tenía un espectador.
Inquirí si pasaba algo con la bebé y me respondió que Dalia estaba con una mano que casi le tapaba la nariz. “En los primeros seis meses hay que tener cuidado, ellos mismos se pueden ahogar. Acomodé la mano”, me explicó.
¿Pero cómo sabía que Dalia estaba en esa situación?. “Eso es algo que puede presentarse en cualquier momento. ¿Cómo sabías que debías levantarte?”, le dije. “Es uno de esos privilegios de ser madre”, me respondió.
Un privilegio… Debo admitir que eso me causó una sana envidia y me quedé despierto con un deseo interno de que se presentara en mí. Quería asegurarme que mi nena estaba bien. Lanzó un suspiro. Quedé tranquilo pero no satisfecho.
Es lo que algunos llaman intuición materna… exclusividad de madre, de mujer, como dice la colombiana Shakira en una de sus canciones. Aunque a veces suele desbordarse al punto de no dejar que los seres queridos hagan algo en lo que, en la mayoría de predicciones acertadas, puede hacerles daño.
Nunca di importancia a las sanas e importantes advertencias de mi madre durante el oscurantismo de mi adolescencia… y vaya que debí hacerlo aunque –útilmente- me han dejado experiencias con moraleja incluida.
De adulto, no crei que hiciera falta en mi persona –básicamente me guío por valores familiares y profesionales-. Sin embargo, siendo padre, sí me gustaría obtener ese privilegio.
¿Qué más lindo que saber el instante preciso en que ese pedacito de humanidad nacido de uno necesita de ti? Estoy y estaré al pendiente de Dalia, siempre… Pero la intuición de madre es solo de ellas. Los padres somos más pragmáticos, fuente de valores me han dicho los docentes.
Tengo mi propia conexión paterna… pero nada supera a la intuición.

martes, 10 de marzo de 2009

Mi esposa


Nunca he preferido la belleza por sobre la inteligencia. Mi primer amor platónico –incluso antes que Lucerito- fue una maestra de escuela. De acuerdo, poco original. Empero yo me fijé más en la docente que en la mujer. Hoy, sin embargo, tengo la satisfacción de tener por esposa alguien que por igual estimula mi vista e intelecto.
Tania… Partiendo de su origen ruso, donde significa “Bella Princesa”, estuvo muy bien elegido el nombre. No me fijé de buenas a primeras en ella, de hecho nunca estuvo en mi planes como pareja cuando la conocí como compañera de estudio en 2003.
Será –puede ser- porque ni siquiera tenía el ánimo de buscar enamorada. Era un momento de mi vida en la que iba “con parches, dos fantasmas y con ángeles caídos”. O sea, decepcionado del superficialismo con que algunas féminas, en las que invertí tiempo, paciencia y letras, tomaban la relación de pareja.
En el momento en que, junto a otras compañeras –hoy amigas-, me invitaron a formar parte de un grupo de investigación, sería el primer minuto, luego de días de compañerismo, que me fijé en ella como alguien con quien valdría la pena un intento.
Un beso, uno que solicité al final de un día de paseo no programado y después de un trabajo académico, fue el inicio de toda una historia que aún no termina. Algunos en el curso no nos daban más de 2 meses por lo inesperado del asunto... y porque ambos estábamos en la mira de otras personas.
Han pasado casi 6 años en la que hemos tenido toda una gama de situaciones para poner a prueba nuestro amor. Una de ellas aún tiene sus huellas y otra –por poco- pareció el final de la historia.
Tenemos ahora una hija que al mismo tiempo es firma y testimonio de lo que yo siento por Tania. La verdadera aventura del amor apenas ha empezado.

viernes, 6 de marzo de 2009

Vocación de madre


Yo sé que en la edad que tiene solo necesita algunas atenciones básicas (comida, aseo y sueño), además de las denominadas estimulaciones tempranas, pero hay ocasiones en que Dalia sale con el ánimo de no dormir temprano y permanecer en el paseo del brazo por horas.
Anoche mi esposa llegó al límite de su resistencia física y con una visible frustración se hechó en la cama con su hija para observarla y tratar de obtener una respuesta al porqué de ese insomio. Solo funcionaba eso: el brazo o la compañía en la cama. Tuve que relevarla de la tarea –para ella los deberes de esposa y madre tienen una escuela en donde la abnegación está por sobre todo- y prácticamente le exigí que se acostara en la hamaca, coma canguil, tome jugo y vea CSI Las Vegas.
Cuando pudo relajarse le pregunté porqué no me pidió ayuda. “No quería interrumpir, quedas ahí tan relajado viendo TV”, contestó. El que esté en modalidad pasiva, no quiere decir que no me moveré si algo está mal. Llegamos al acuerdo de que si necesita descansar, no dude en hacerlo saber.
Cuando me dijo que no debía agradecer por su atención, le afirmé también que me gusta corresponder a favores y, en la medida de mis capacidades, ser acomedido. Sé que esas ideas fueron inculcadas por su madre –una de tantas diferencias entre su cuna y la mía-. ¿Quién dijo que agua y aceite no pueden mezclarse?
Solo es cuestión de vocación y ánimo.

lunes, 2 de marzo de 2009

Cuatro meses


Su primer alimento sólido: una papilla de manzana con toque de canela “para que sepa mejor”, cortesía de mamá. Dalia, ese pedacito de mi corazón, fruto del amor con una mujer especial, cumplió sus cuatro meses.
Ha pasado poco tiempo pero suficiente para notar que ella está creciendo muy rápido y sanamente, a punta de leche materna –dificil será la tarea de destetarla- pues desde que cumplió un mes no ha aceptado imitaciones –el biberón-. ¿Será anuncio de su carácter? Hay tantas figuras de ella que parecen definir la idea, así es la ilusión del padre primerizo. ¿Y acaso hay uno que no la tenga?
Una de ellas es la fascinación por el color amarillo. ¿Barcelonista? Eso rompería el legado azul que viene desde mi abuelo. Pero haré como mi padre -emelecista-, el cual nunca incidió en la decisión de a qué equipo debía seguir. Incluso acompañaba a mi hermano mayor –amarillo- a los partidos en el Monumental como un barcelonista más. En el caso de mi hija Dalia, con tal de que no forme parte de las barras bravas, puede seguir hasta el Aucas si así lo desea.
De tanto llegar a decirle “Hola, ¿cómo estuvo su día?”, Dalia ya repite la primera palabra. Ahí no fui listo. Ahora empezaré a decirle “Papá, aquí llegó papá”… aunque igual me basta y emociona que cada vez que me ve, se sonríe conmigo.
Son las primeras sonrisas de millones que vendrán.

viernes, 27 de febrero de 2009

Compartir con los apellidos


Soy un egoísta y celoso… lo sé y no me apena decirlo. Mi familia es primero, mi esposa y mi hija. Tanto así que me cuesta compartir tiempo con otros miembros de los apellidos Guerrero González. La llegada de Dalia, desde su concepción, aumentó la tozudez.
Hace poco Tania me preguntó si iría a Babahoyo este fin de semana. Mi cara de “¿por qué?” la motivó a inquirir “¿Irás o mágicamente te aparecerá un turno de fin de semana? Si ponemos el asunto en una balanza me parece que yo he compartido más tiempo con tu familia que tú con la mía”. Touché, es cierto. No hay por qué explicar o justificar. Es verdad, en ese aspecto he sido injusto. No tengo nada en contra de Babahoyo, ciudad natal de mi flaca, ni mucho menos con mi suegra que me quiere igual que un hijo –por lo menos bajo la percepción de mi esposa y cuñados- pero vaya que cuesta hacer amena la estadía en cualquier casa fuera de la propia, pese a que mis seres queridos son buenos anfitriones.
Últimamente sufro de esa pereza mental -hasta en los lugares donde nací y crecí- porque me resulta más atractivo dedicarme a mi hogar y las cosas que no se puede hacer entre semana, sea lavar la ropa –en lavadora desde luego-, ayudar en la limpieza de la casa o… mi parte favorita, jugar con Dalia.
No me conocía esa obsesión hasta que me casé y creé mi familia. Supongo que el equilibrio entre requerimientos tendrá que pulirse… pero el egoísmo y celo familiar es un legado que viene desde mi abuela materna (+) y aunque lo acomode ahora, sé que regresará.
Es un presentimiento.

jueves, 26 de febrero de 2009

Lo que vale un minuto


No es la primera vez que veo Click, una película producida y actuada por Adam Sandler, y tampoco dejé de emocionarme –entiéndase lagrimear- en las escenas donde Michael, el personaje central, se entera (o por o menos recuerda) de lo mucho que valen sus padres y la familia.
¿El mensaje? Según lo asimilé es que cada momento, por desesperante, estresante, amargo o innecesario que sea, tiene un alto valor y más todavía si se involucra a los seres queridos.
No dejé de sentirme como el más pequeño de los mortales cuando mi esposa me llamó la atención cuando vio el momento en que con una mano sostenía un juguete para entretener a Dalia, mi pequeña de casi 4 meses, y con la otra sostenía un control de Play Station –el único vicio que arrastro desde la adolescencia-, alternando la atención.
“Desde ya te digo que no me gustó la escena y ojalá te acuerdes de este día”, fue la sentencia. Como si fuese un “click” de ese control remoto universal de la película, me imaginé en unos cuantos años que tanto mi hija como mi esposa me restregaran este evento en cara.
Con algunos minutos más de reflexión, previo a ver Click, me sentí peor que al principio. Mi hija vale y valdrá más que todo lo que me rodea, y nada justifica que por unos minutos coloqué un tiempo valioso con ella en el mismo espacio que un entretenimiento frívolo.
Quizás fue sin mala intención… pero el tiempo no se recuperará.
Con este antecedente, la película me hizo trapo –emocionalmente hablando-. Nadie llega con un título de Buen Padre cuando asume la paternidad… empero, además de aprender en el camino, debo ser más cuidadoso en distribuir el tiempo y priorizar lo que se merece mi atención.
Es solo el comienzo… Y cada minuto lo haré mejor.